Empatía radiada

Que si Catalunya Ràdio, que si COPE Cataluña, que si TV3, que si Ràdio 4, que si los Micrófonos de Oro, que si los Ondas, que si el profesorado en la Universidad Ramón Llull, que si un libro de entrevistas... Permitidme la osadía, pero Pepa Fernández es más que un buen currículum. Pepa respira la radio que fuimos y la radio que deberíamos ser. Pepa es la empatía radiada. Reivindiquemos a Pepa.

Pepa trabaja muy ilusionada en equipo desde hace más de 30 años. Su programa 'No es un día cualquiera' denota un caso de longevidad de lo más raro con respecto al historial de un medio público y sus acostumbrados vaivenes editoriales. Su programa engloba temas culturales bajo la máxima de la amenidad, de la meticulosidad trabajada mediante la sencillez. Radio pública bien entendida, vamos. Cultura no engolada.

El equipo de Pepa.

La radio sólo puede ser acometida desde los conocimientos de un profesional pero desde el entusiasmo de un aficionado. Pepa mantiene ambas consignas bien achuchadas en su cabeza. Un presentador de televisión es un muñeco y sus circunstancias, es decir, iluminación, vestuario, realización, etc. La radio está exenta de ese frenesí de filtros que acarrea el audiovisual. La radio es tu voz y tu banda sonora. A través de la voz podemos deducir si el emisor está leyendo, disfrutando, bailando, comiendo, cansado... una herramienta diáfana, en definitiva. 

Mentir en la radio sale caro, y Pepa lo sabe. Un jefe le dijo que tiene una virtud que a la vez es su defecto: enseguida se notan sus estados de ánimo a través de la voz. Pero qué ironía, porque esa autenticidad le dignifica. Alguien que sólo se identifica con la voz, tiene que decir la verdad. Es más, la voz por si sola nunca puede engañar. Al descolgar la llamada de un amigo, notas si está mal.

Pepa se ha hecho amiga de sus colaboradores mediante el trabajo, y no antes de su contratación. Destilan buen rollo. ¡Hasta viajan juntos cada semana! Dan visibilidad a lo mejor de cada pueblo o ciudad, integrando sus secciones con una naturalidad pasmosa. Son tal como suenan. El equipo de Pepa viste muy bien a las palabras, que ni se repiten ni enturbian las aguas para que parezcan más profundas.

Y qué bien se han aprovechado de Internet, que ha trastocado el devenir de infinidad de medios con más desconciertos que aciertos sin despeinar la existencia de la radio. Pepa y los suyos interactúan sin exclusiones con todos sus escuchantes mediante Facebook, Twitter, correo electrónico, etc. Antes sólo estaba el teléfono para comunicarse con ellos. Ahora sacan el programa del estudio para ir a los sitios donde nunca se ha hecho radio, para ver y conocer a quienes les escuchan.

'No es un día cualquiera', siempre visitando a sus escuchantes.

Escuchar no es lo mismo que oír. Realmente, escuchar es oír con atención. A Pepa le interesa esa atención. El hablante tiene la responsabilidad de buscarla. Además, si el hablante consigue que los escuchantes hablen sobre lo que se habla en el programa, éste funciona. La radio entra donde tú vayas para dar ese calor, ya sea en la cama, en el gimnasio, en el coche... ¡Y escuchar ese calor es gratis! Los que tenemos el hábito pagaríamos por ello si nos lo quitaran.

El oyente del fin de semana pide un programa bienhumorado, sin política ni crispación. Ni fútbol, ni prensa rosa... En ese caso, ¿qué nos queda por contar? Mucha cultura sin que se note. El aprender de todo lo que nos rodea. Hablar de lo que no habla casi nadie. Para bordar ese cometido es fundamental la personalidad de Pepa, a quien no le gusta discutir ni copar el micrófono. Recordemos que es más importante escuchar que hablar.

Nunca sabes qué público esperas ni cuál recibirás. Pero la calidad de sus escuchantes es diversa: desde chavales hasta ancianos, desde catedráticos hasta personas que no han podido estudiar. Es difícil concebir un programa para un público tan amplio, pero han sido todos y cada uno de esos escuchantes los que han peregrinado en 'No es un día cualquiera'.

Es inevitable ponerle cara a las personas que escuchas, siempre distantes a nuestras fabulaciones. Esa es la clave de la radio. A Pepa no sólo le ponemos cara. Pepa es la radio en persona. La empatía radiada.