De forma superficial, la pantalla ensalza y hasta legitima aquello que emite al dedicarle un espacio-tiempo. Por eso lo local engancha, porque el interés de la cámara o el micrófono atrapa lugares y personas reconocidas por el telespectador. "¡Mira, el vecino!" "¡En ese río veraneaba yo con los amigos!" "¡Ahí va, pero si con ese fui yo a escuela!"
Posiblemente, la información que más interese a sus destinatarios es la de carácter local. Son las noticias que conciernen de forma directa, las que realmente pueden afectar a su vida diaria. Las emisoras locales resultan imprescindibles por su rentabilidad publicitaria y su cercanía.
Sin embargo, ese magnetismo ha perdido demasiado fuelle con el paso de los años. El público, que ahora mira y escucha "a la carta" a través de Internet, ha dejado de buscar lo que van a echar a una hora determinada. Pasan a escoger lo que van a consumir a la hora que elijan ellos. En ese sentido, lo local se ha visto más afectado todavía.
Ramón Palomar, a la izquierda, durante su época en Onda Cero. |
A Ramón se le recuerda en el año 87 trabajando de camarero en Brillante, con tupé y patillas de hacha. Por entonces, los locales cerraban cuando querían. La Brigada 26 rondaba las calles, tratando de integrarse en la noche valenciana. Usur paquete, Opera, Black Note, La Habana, Caballito de Mar, La Edad de Oro... Fiestas a puerta cerrada con los cuatro clientes parroquiales que quedaban. Cuando llegaba la mujer de la limpieza a las 10, tocaba marcharse a casa.
Palomar moldeó su paladar durante aquellos ratos de ocio y por medio de los grandes clásicos de la novela negra, desde "El halcón maltés" hasta "La jungla del asfalto". Ese gustito por las historias le condujo a Canal 9 con 24 años. De ahí saltó a la radio, colaborando con Pablo Motos en Onda Cero Valencia. Luego empalmó con prensa escrita en Las Provincias. Creó el magazine 'Abierto a mediodía' para Las Provincias Radio, que después se emitiría en Punto Radio, Gestiona Radio y ahora en la 99.9 Valencia Radio.
'Abierto a mediodía', de lunes a viernes a partir de las 11:00h. |
Ser asequible supone librarse de ataduras. Ramón sólo pide libertad cuando entra a un estudio, supuesto derecho que se brinda a unos pocos privilegiados. Y sus colaboradores son excepcionales. El diseñador MacDiego organiza unas exposiciones tremendas. Ejemplo de ello: En su boda, puso a los invitados su operación de hemorroides y la de fimosis. Fue en El Escorpión, el club de golf más pijo de Valencia. Antes, invitó a amigos de sus amigos, que no le ponían cara. ¿Por qué? Para sublimar una de las bromas más originales de la historia: contratar a dos actores vestidos de novios, mientras el matrimonio real se camufló entre los invitados, vestidos como el resto. Se partían de risa mientras los desconocidos felicitaban a los novios postizos.
Ramón Palomar sabe rodearse de situaciones y personajes dispares. Su pose pícara y su actitud calmada le ha permitido servirse de la cualidad más provechosa en cualquier periodista: el vampirismo, es decir, la curiosidad. Pero lo de ser vampiro suena más lírico, más molón. Costumbres, expresiones, anécdotas... por baladí que puedan resultar en una conversación distendida, pueden enlazarse a la actualidad y dar pie a un artículo o a una tertulia en la radio. En ese sentido, Ramón siempre está pescando historias.
Servidor ha llegado a presentarse en los rincones que sabemos que frecuenta para venderle algún tema que desarrollar en su magazine. Éste programa es pensado y estructurado por él, pero también está abierto a todo tipo de tramados que puedan favorecer el ritmo del mismo. Ya sea frente al micrófono o el teclado, sólo hay un mandamiento: Resultarás entretenido por encima de todas las cosas.
'Abierto a mediodía', todos los viernes en el Mercado de Tapinería. |
Partiendo desde el entretenimiento se puede llegar a la sensación que se le antoje a quien lee, observa o escucha. Se puede divertir, entristecer, reflexionar... en definitiva, una mente que esté entretenida se puede enamorar pasando por todo lo mencionado. Ramón prefiere enamorar a través de la radio y la escritura para apelar a la imaginación de la gente sin ningún tipo de filtro, por medio de esa libertad que pide a sus jefes. Además, opta por un estilo puramente anglosajón, por la acción trepidante; ya que la vieja Europa era más dada a mirar cómo crece la hierba, que tampoco está nada mal. Aunque éstas corrientes ya han sido globalizadas y entremezcladas en los dos continentes.
¿Y qué entretiene a Ramón? 'Sesenta Kilos' es el resultado de sus mejores ratos de desconexión, centrados en las historias de gangsterismo. Su primera novela negra no policíaca expone ambientes que nos pueden sonar a Tarantino o a Scorsese. Como el propio autor declaró, en este cuento "se folla, se fuma, se esnifa, se vive, se mata, se llora y se ríe". La premisa: en Valencia, un narcotraficante contrata a un hombre para que vigile un paquete con setenta kilos de cocaína.
Los mafiosos, acostumbrados a la clandestinidad y a reservarse estas grandes historias hasta en la cola de la panadería, han desvelado sin fisuras los mecanismos del negocio al bueno de Ramón... Él conocía a gente que conocía a otra gente que a su vez conocía a gente que se dedicaban a cosas ilegales. Logró traspasar todos esos aros y llegar a la clase media de los narcotraficantes. Pudo conocer a los malos que tanto le fascinaban en las películas que deglutía de niño. Y eso que él es un chico pacífico y amigable. Pero claro, resulta muy atractivo conocer a quienes están al otro lado de nuestras rutinas. Cómo resistirse a contar las pulsiones e instintos de quienes deciden traspasar fronteras y hacer lo que muchos hemos deseado hacer ante un achaque de rabia. Ante semejante panorama, siempre nos planteamos una misma cuestión: ¿Dónde están los verdaderos malos? ¿En despachos bajo cuellos almidonados o en las frías calles?
'Sesenta kilos', la novela negra no policíaca de Ramón Palomar. |
Después de los micrófonos y la escritura, ¿qué es lo mejor de Palomar? No es un tipo de grandes ambiciones. Tiene el coche que quería, un ático en El Ensanche, unos amigos estupendos, escapadas los sábados al campo, un programa de radio y una columna en la que le dejan ser libre...
Aún así, como cualquier otro, se deja querer si vienen con una propuesta interesante que le sitúe más allá de lo local. Pero él vive muy bien a su aire. Cuando te ven a tu aire, a algunos les fastidia. Pero esa libertad engancha. Esa libertad le sitúa en el Top 10 de los podcasts más descargados de iVoox, el YouTube de la radio. Emite desde Valencia, pero traspasa la Comunidad. Ramón Palomar ya está más allá de local.
En su guion se permite licencias menos aferradas a la presión trimestral de las audiencias. Entrevistas y tertulias que pueden alargarse si se está a gusto, colaboradores bizarros que serían censurados en otras partes, temas de conversación seleccionados desde el apetito y no por las ruidosas redacciones de la capital... En este caso, lo local también engancha.
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